sábado, 28 de marzo de 2009

De la utilidad de las artes


EL LECTOR de Stephen Daldry

Lo que son las comunicaciones. Ayer, mi amiga Nora, me mandó un mensajito por celular: “S.O.S. ¿Cómo se llama la hermana de Warren Beatty?” De inmediato le contesté. Llegó otro mensaje: “ya está”. Lo había recordado sola.

En el breve lapso que transcurrió entre los dos mensajes, además de escribir el nombre de Shirley Mac Laine correctamente en el celular, tuve una serie de sensaciones y pensamientos (¡Gracias, Joyce!, que tan bien describiste ese proceso en el “Ulises”).  Todos los datos, nombres y fechas relacionadas con el cine cobraron sentido y, liberada de la culpa de haber invertido tantos años en ellos por puro, purísimo placer; por unos segundos fueron útiles.

El cine y la literatura, el arte y los artistas, lo que han hecho y dicho personas y personajes, atraviesan nuestra vida y, quizá, nuestras decisiones. Este efecto poderoso de la cultura, generalmente ignorado -o negado- por los poderosos, es -sin embargo- parte irreductible de la dignidad humana, de la ética, de la posibilidad de tener una lectura crítica de los hechos que nos circundan o nos sitian. Nada menos.

En todo eso andaba mi espíritu cuando me choqué con los 123 minutos que filmó Stephen Daldry basados en la novela de Bernhard Schlink, “El lector”, nominada a varios premios Oscar, de los que sólo obtuvo el de Mejor Actriz, muy merecido por Kate Winslet. La película cuenta con los trabajos actorales de Ralph Fiennes, David Kross, Lena Olin y Bruno Ganz.

De una gran belleza fílmica, como sus anteriores “Billy Elliot” y “Las horas”; “El lector” -“The reader”, afortunada elección para la versión en castellano- Daldry combina con inteligencia temas personales y sociales profundos. El amor, lo que creemos que es el amor como construcción social, con su cuota de enamoramiento, de despertar sexual, de abuso de un menor, de rituales y fijaciones; se combinan en el film con el horror del nazismo, buscando una respuesta a cómo y por qué seres humanos son capaces de aberraciones inenarrables; y una explicación a cómo una sociedad puede aceptar esos hechos que no puede siquiera nombrar.

La vida del adolescente que despertó al sexo con una mujer que le doblaba la edad y había sido guardia de campo de concentración nazi; el efecto que esa mujer tuvo en la vida de este hombre y el silencio personal y social de una Alemania dividida por esa guerra de mediados del siglo XX; la ignorancia, la literatura como vía de conocimiento, la parodia de justicia que ofrecen las sociedades son los temas que Daldry analiza en su película: una reflexión sobre la vida y la realidad que sobrecoge por su humanismo, su inteligencia y su intensidad.

5 comentarios:

  1. Y si... no podés escribir así y guardartelo para vos!! Salute. Tigra

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  2. Felicitaciones!!!!!!!!!!!!! era momento de desempolvar la pluma.....! para quienes te queremos leer y disfrutar de tus miradas. Como te pasa a vos con los directores que son capaces de incluir varias miradas en una sola peli.
    Gracias por este regalo.....Adelante!!!!!!! no nos abandones!!!!!!!!

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  3. Después de enterarme que este director es el mismo que dirigió Billy Elliot y Las Horas, no puedo hacer más que incorporarlo como director de "cabecera". Tres películas, diferentes todas entre sí, capaces de movilizar y sacudir TODAS las estructuras que uno daba por irrefutables. Bienvenida alma y materia cinéfila.

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  4. A veces el silencio hace que se confunda "desinterés con imposibilidad de respuesta". No es casual que haya dejado para un merecido después, tus notas...¡Qué placer leerte! ¡Qué gusto haber compartido contigo un tramo del camino y saberte ahí! y finalmente, ¡Qué honor aprender de Cine con tu pluma traduciendo tus lecturas y pensamientos!¡EXCELENTE!!!! Te sigo y ansiosa espero las siguientes notas....Rosario Oxagaray

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